jueves, septiembre 29, 2005

Pensäo Santiago IV



Una nueva puerta se cerró tras ellos y fueron descendiendo de forma inversamente proporcional a la excitación que le provocaba aquella situación. Parecía ser un insignificante muñeco a los ojos de aquel homenaje a Don Carnal en que se iba convirtiendo todo a su alrededor. Sucios pensamientos acudían a su cabeza según esquivaban las parejas y grupos que, entre escaleras y rampas, daban rienda suelta a sus más oscuras perversiones. Las galerías insuficientemente iluminadas por unas pocas velas y candelas agotándose en un mar de aceite no le permitían ver mas allá del lugar donde se fundían sombras y penumbra. De aquel manto negro a veces escapaban cuerpos cubiertos de encaje, vinilo o cuero que rápidamente volvían a ocultarse dedicándole una sonrisa. Su sexo hinchado y pegado al muslo precedía al prometido y deseado festival que parecía depararle la noche cuando quedasen solos. Confiado en su destino se dejaba empujar por aquella enigmática mujer sin volverse ni hacer preguntas adivinando sus delicadas formas de niña en los momentos que sus cuerpos chocaban. El coro desafinado de risas, gemidos y sollozos reprimidos que le acompañaron en el descenso fue perdiéndose hasta la enorme puerta blanca en que desembocaba el túnel.

Al fin llegaron al que parecía ser el destino elegido, aquella luz parecía derretir sus pupilas y aún tirado en el suelo, difícilmente conseguía separar unos milímetros sus puños que actuaban a modo de escudo. Debía haber pasado algo más de media hora cuando pudo enfocar el decorado en que parecía encontrarse. Se trataba de un almacén iluminado por cientos de neones y halógenos que teñían de azul todo lo que encontraban en su haz. Miró a su alrededor y vio a lo lejos una figura perderse entre las cortinas de gasa que dividían la estancia. De nuevo parecía estar solo.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues con diferencia el mejor de los publicados hasta ahora para mi gusto, muy bueno.

Anónimo dijo...

Joder. Me encanta. Vas mejorando con e ltiempo, como los vinos. O, más bien, vas abriendo una puerta a lo que siempre ha estado ahí, debajo, esperando a salir.
Me vas a permitir...

Tal hermandad nunca se ha visto,
la de aquel grupo de amigos,
que, por el sueño vencidos
alcanzaron Pensäo Santiago.

Tenían ya a la vista,
posada donde quedarse,
mas no encontraron a la postre,
tranquilidad para acostarse.

Aquel lugar, tan raro,
Joe temblaba, tan inquieto,
Cha no conciliaba,
Javi, ya roncaba
Kashmir, tieso como faro.


Con más prisa que cabeza,
al tio raro saludaron,
'Hasta luego' pa la dueña,
dime adiós, Pensäo Santiago,
esto es Lisboa, me voy de fiesta.

Anónimo dijo...

me gusta lo de De vuevo parecia estar solo...

Anónimo dijo...

Seguramente no fue una casualidad que nos encontráramos entonces, o ahora... Hay lenguajes más intensos, a veces, que el lenguaje; flujos de energias que se entrecruzan; así, en lo confuso del ser, aún amaneciendo, uno ve, de lejos, a un amigo...

Luna Miguel dijo...

ja tengo bloggg

Luna Miguel dijo...

ja tengo bloggg

Anónimo dijo...

confiado en su destino se dejaba empujar...es mi parte favorita y tu deberias dejarte llevar y escribir pensaoV. No será el ultimo, asi que no te exijas mucho,ok?! ciao bambino.